El astronauta Satoshi Furukawa viajará a la Estación Espacial Internacional este miércoles junto con el ruso Sergei Volkov y el estadounidense Michael Fossum, pero tendrá una misión muy especial: cultivar pepinos.
La idea de los pepinos espaciales es ver si los exploradores podrán cultivar su propia comida fuera de la tierra, en caso de que algún día tengamos que subirnos a una nave gigante y escapar del planeta. O para viajes interplanetarios muy largos.
“Nos gustaría que pudiésemos comernos los pepinos, pero no nos han autorizado”, afirmó Furukawa en la zona de lanzamiento del Soyuz, en Kazajstán.
Los astronautas japoneses han sido los precursores de la comida gourmet espacial. Soichi Noguchi incluso preparó Sushi espacial el año pasado.
Furukawa pasará 6 meses a bordo de la Estación Espacial Internacional, tiempo suficiente para cuidar los pepinos. En el espacio, como no hay tierra y la luz del sol es diferente, se usará un sistema llamado “HydroTropi” para hacer crecer los vegetales.
“En la microgravedad, las raíces crecen lateralmente, en lugar de hacia abajo como en la Tierra. Usando pepinos, los investigadores observarán si una planta hidropónica – que crece en el agua – puede controlar la dirección de las raíces en la microgravedad”, señala la NASA.
Los pepinos, una vez cosechados, serán congelados y devueltos a la Tierra para ser examinados. Porque no queremos astronautas mutantes por comer pepinos espaciales.
Los astronautas despegarán el miércoles rumbo al espacio desde una plataforma de lanzamiento en Kazajistán
Los amantes de la ciencia-ficción no son los únicos cautivados por la posibilidad de colonizar otro planeta. Los científicos están ocupados en numerosos proyectos de investigación enfocados en determinar cuán habitables son otros planetas
En Marte, por ejemplo, se están revelando cada vez más evidencias de que es probable que alguna vez hubo agua líquida en su superficie, y podría algún día convertirse en un lejano hogar para los humanos.
“El impulso por colonizar nuevas tierras es intrínseca en el hombre”, dice Giacomo Certini, investigador del Departamento de Plantas, Terreno y Ciencias Ambientales (DiPSA) de la Universidad de Florencia en Italia. “Por tanto, expandir nuestro horizonte a otros mundos no debe ser juzgado para nada como extraño. Llevar gente y producir alimentos allí podría ser algo necesario en el futuro”.
Es probable que los humanos que viajen a Marte, de visita o para colonizar, tendrán que hacer uso de recursos del planeta en lugar de llevar todo lo necesario con ellos en una nave. Esto significa cultivar su propia comida en otro planeta, uno que tiene un ecosistema muy distinto al de la Tierra.
Certini y su colega Riccardo Scalenghe, de la Universidad de Palermo en Italia, publicaron hace poco un estudio en Planetary and Space Science que hace algunas afirmaciones alentadoras. Dicen que las superficies de Venus, Marte y la Luna parecen ser adecuadas para la agricultura.
Antes de decidir cómo se podrían utilizar los suelos en los planetas, los dos científicos primero tenían que explorar si las superficies de los cuerpos planetarios se pueden definir como un verdadero suelo.
Los investigadores de este estudio sostienen que clasificar un material como suelo depende principalmente de la erosión. De acuerdo con ellos, un suelo es cualquier capa erosionada de una superficie planetaria que retiene información sobre su historia climática y geoquímica.
En Venus, Marte y la Luna , la erosión tiene lugar de distintas formas. Venus tiene una densa atmósfera a una presión que es 91 veces la que encontramos en la Tierra a nivel del mar, y está compuesta principalmente de dióxido de carbono y gotas de ácido sulfúrico con algunas pequeñas cantidades de agua y oxígeno.
Los investigadores predicen que en Venus la erosión podría ser causada por procesos térmicos o por la corrosión atmosférica, erupciones volcánicas, impactos de grandes meteoritos y erosión eólica.
Marte está dominado en la actualidad por la erosión física que provocan los impactos de meteoritos y las variaciones térmicas, más que por procesos químicos.
Enla Luna , la capa de roca sólida está cubierta por otra de restos sueltos. Entre los procesos de erosión que se han visto en la Luna están los cambios creados por los impactos de meteoritos, deposiciones e interacciones químicas creadas por el viento solar, que interactúa directamente con la superficie.
En
“El componente vivo del suelo es una parte de su inalienable naturaleza, como lo es su capacidad de mantener vida vegetal debido a una combinación de dos componentes principales: la materia orgánica del suelo y los nutrientes de las plantas”, dice Ellen Graber, investigadora en el Instituto del Suelo, Agua y Ciencias Ambientales en el Centro Volcani de la Organización para la Investigación Agrícola de Israel.
Uno de los usos primarios del suelo de otro planeta sería para la agricultura: cultivar alimentos y sostener poblaciones que puedan vivir algún día en el planeta. Algunos científicos, sin embargo, cuestionan que el suelo sea en realidad una condición necesaria para la agricultura espacial.
“Esta es una prueba más de agua, ya que las sales están ahí”, dijo el co-investigador de Phoenix Sam Kounaves, de la Universidad Tufts , en un comunicado de prensa emitido tras el experimento. “También encontramos una cantidad razonable de nutrientes, o compuestos químicos necesarios para la vida que conocemos”.
Los investigadores encontraron trazas de magnesio, sodio, potasio y cloro, y los datos también revelaron que el suelo era alcalino, un hallazgo que desafía la creencia popular sobre que la superficie marciana era ácida.
Este tipo de información, que se obtuvo por medio de análisis del suelo, es importante para enfrentar el futuro y determinar qué planeta sería el mejor candidato para sostener colonias humanas.
Un grupo de científicos está construyendo un invernadero lunar, aunque este aún no se encuentra en la Luna; está en la Universidad de Arizona.
Un invernadero como este podría algún día ayudar a alimentar a astronautas en la Luna. Una vez que la nave espacial alunice, el invernadero se abrirá por sí solo, como lo haría un robot. Las semillas ya estarían sembradas, y comenzarían a crecer aún antes de que los astronautas lleguen a la Luna.
Un invernadero en la Luna obtendría agua de los depósitos que existen en nuestro satélite, así como reciclando y limpiando desechos humanos.
Un invernadero similar a este ya está produciendo verduras en el Polo Sur
Esta historia se presenta en colaboración con Astrobiology Magazine, una publicación en la web patrocinado por el programa de astrobiología de la NASA
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